La soledad y fragilidad en la vejez: influencia de soledad, factores sociales y emocionales en los índices de cribado de fragilidad

La soledad y la fragilidad en la vejez: influencia de soledad, factores sociales y emocionales en los índices de cribado de fragilidad

Topic: Ciclos vitales

I Jornades Internacionals sobre Soledat a Barcelona

 

Ana Lozano Miñana (1), M. Carme Planes Olives (1), Roberto Gumucio Sanguino (1), Montserrat Cantero Cano(1), Raúl Martínez Rodríguez (1), Nuria Parra Macías (1,2)

(1) Hospital Universitari Sagrat Cor, Barcelona, España

(2) RedMaze-Asociación Española Contra la Soledad, Barcelona, España

La génesis del concepto de fragilidad se fundamenta en principios esencialmente biológicos. No obstante, diversos estudios indican la importancia de los factores sociales y ambientales en cuanto al desarrollo de la fragilidad. De hecho, algunos autores han utilizado el término de ‘fragilidad social’ como precursor de discapacidad, depresión y mortalidad. Abordajes de la fragilidad basados en el fomento de las relaciones sociales, tanto cuantitativa como cualitativamente, se postulan como factores protectores candidatos frente a mortalidad y morbilidad.

Este fomento de habilidades y relaciones sociales es especialmente determinante en el manejo de la soledad no deseada. Se sabe que la soledad no deseada está asociada a una peor autopercepción de la salud, a síntomas depresivos y a un riesgo mayor para enfermedad coronaria o cerebral vascular, entre otros. Además, las personas mayores que experimentan altos niveles de soledad tienen un riesgo más elevado de ser y permanecer frágiles. Los mecanismos que subyacen a esta asociación no se conocen en profundidad.

Hoy día, contamos con instrumentos de medición de la fragilidad que incorporan dimensiones psicológicas y sociales a las funcionales, pero su uso no está generalizado.

Objetivo

El objetivo de este estudio es describir las relaciones existentes entre fragilidad y soledad, así como la utilidad de un índice multidimensional para el cribado de fragilidad que incluye la presencia de soledad: el índice de Tilburg.

Material y Métodos

Estudio de casos y controles prospectivo a partir de una muestra de 32 pacientes atendidos por la Unidad de Fragilidad de un hospital universitario de Barcelona ciudad, tanto en la Unidad de Fragilidad como en otras unidades asistenciales desde la que se solicita la colaboración de los profesionales de la Unidad.

Registramos variables sociodemográficas y clínicas. La batería de valoración geriátrica integral se componía de los siguientes instrumentos: funcionalidad mediante índice de Barthel modificado (IBM), valoración sociofamiliar con Escala de Gijón -versión de Barcelona-, comorbilidades a través del índice de Charlson abreviado, cuestionario de Barber de riesgo de dependencia en la comunidad, índice de Tilburg (IT) para fragilidad, Fototest en el cribado cognitivo y Escala de Yesavage para el cribado de depresión. Se evaluó la calidad de vida mediante EuroQoL-5D y la soledad no deseada mediante la escala de soledad de UCLA. La determinación de fragilidad se realizó de manera comparada mediante el IBM, el IT y los criterios FRAIL (gold standard), considerándose el IBM como el instrumento de inicio del algoritmo para sugerir la sospecha de fragilidad, por ser el utilizado habitualmente en la práctica clínica de la Unidad. Se consideraron como casos aquellos con criterios FRAIL indicativos de fragilidad.

Se fijó p<0,05 para el estudio de asociaciones entre fragilidad y soledad mediante t de Student y Chi cuadrado. La comparación entre los diferentes índices de fragilidad se realizó mediante la curva receiver operating charactersitic (ROC). El grado de acuerdo entre ellos se estableció mediante el índice Kappa y su validez interna relativa se estimó mediante la comparación de las áreas bajo la curva (AUC). Se calcularon parámetros de validez interna: sensibilidad (S), especificidad (E), valor predictivo positivo (VPP) y valor predictivo negativo (VPN).

Resultados

La soledad no deseada es un sentimiento frecuente en pacientes de edad avanzada. En nuestra serie, tres cuartas partes de las personas atendidas manifestaron un grado moderado de soledad, y de ellos, algo más de la mitad (54%) eran frágiles. Observamos que este sentimiento de soledad se asoció con una peor valoración del estado sociofamiliar de manera significativa y tendió a asociarse con peores resultados cognitivos, funcionales y de calidad de vida.

Según el Instituto Nacional de Estadística, el 50% de la población será mayor de 60 años para el año 2030. Atendiendo a este dato, la soledad y el aislamiento social asociados al envejecimiento se presentan por sí mismos como un reto de salud pública para los próximos años.

Por otro lado, en nuestra reducida serie, también las tres cuartas partes de los pacientes presentó criterios de fragilidad. En ellos, el riesgo de padecer depresión fue nueve veces mayor, de manera significativa, que en los pacientes sin criterios de fragilidad, además de contar con un riesgo 1,6 superior para asociar soledad no deseada. La fragilidad tendió a asociarse con peores resultados cognitivos. En España, la prevalencia de fragilidad es del 18%, según un reciente meta-análisis que en su mayoría incluía personas de 65 años o más, siendo algo más baja en estudios a nivel comunitario 12% y mucho más alta en ámbitos no comunitarios 45%. Estos datos unidos al progresivo envejecimiento de la población en España ponen de relevancia la importancia de la fragilidad, y realizan una llamada a la intervención en términos de prevención primaria.

Los mecanismos subyacentes a la asociación entre soledad y fragilidad no se conocen en profundidad. Sea como fuere, en tanto que causa o consecuencia una de otra, la necesidad de incluir el cribado de soledad no deseada junto con otras valoraciones sociales en la evaluación de la fragilidad parece obvia. No obstante, la mayor parte de los instrumentos que se utilizan en la práctica clínica para el cribado de fragilidad siguen basándose en parámetros físicos y funcionales. Y aunque contamos con instrumentos de medición que incorporan dimensiones psicológicas y sociales a las funcionales, su uso no está generalizado. En nuestro caso, utilizar el IT incrementó la sensibilidad del diagnóstico de fragilidad, pudiendo clasificar correctamente como frágiles a 88 de cada 100 pacientes que lo son, respecto a una sensibilidad notablemente inferior manifestada por un índice funcional como el IBM. Sin embargo, lo reducido de la muestra invita a reproducir la experiencia en muestras mayores para aumentar la potencia de las evidencias.

Bibliografía 

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Zhang X, Tan SS, Bilajac L, Alhambra-Borras T, Garces-Ferrer J, Verma A, et al. Reliability and Validity of the Tilburg Frailty Indicator in 5 European Countries. J Am Med Dir Assoc. 2020 Jun;21(6):772-779.e6.

Parra-Macias N, Lozano-Minana A. Should Loneliness be a Criterion for Frailty? Biomed J Sci Tech Res. 2022;44(2).

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